Thomas Kinkade fue un artista de un talento realmente excepcional, no solo por la belleza de sus pinturas luministas, sino también porque consideró su obra un ministerio, un servicio a la sociedad. Su deseo más profundo siempre fue el de ser un mensajero de esperanza, una inspiración para los demás, para bajar el ritmo y apreciar los pequeños detalles de la vida, para observar la belleza del mundo que nos rodea. Y lo logró, porque su trabajo ha tocado a miles de personas alrededor del mundo, que han recibido la luz de sus obras en los momentos en que más la necesitaban. Hoy te invitamos a conocerlo y a inspirarte con su historia.
Thomas Kinkade nace el 19 de enero de 1958 en un pequeño pueblo de California, Estados Unidos y a los 14 años comienza a trabajar con Glenn Wessels, artista y antiguo docente del departamento de Arte de la Universidad de California, para luego concluir sus estudios en el Art Center College of Design. Comenzó su carrera siendo ilustrador, alcanzado reconocimiento en esta área, sin embargo, descubrió que su verdadera felicidad provenía de pintar
desde el corazón y compartir la luz que retrataba.
Inspirado en el impresionismo, continuó una carrera de servicio, que lo llevó a conocer a presidentes de Estados Unidos y al Papa Juan Pablo II, llegando a tener obras permanentes incluso en la Casa Blanca. No obstante, aunque recibió diversos reconocimientos y premios, su arte siempre mantuvo un profundo sentido de propósito, considerando que el arte no es un accesorio o una decoración, sino un servicio, lo que fue materializado en su labor altruista, puesto que generó imágenes personalizadas para el Ejército de Salvación, para el plan de mitigación del Huracán Katrina, para Rotary Internacional y para diversos hospitales e instituciones, logrando recolectar miles de dólares en donaciones.
Thomas entendía su llamado, su propósito y su designio; siendo cristiano, quería tocar a personas de todos los credos para llevar paz y gozo a sus vidas a través de sus imágenes. El veía la belleza de la mano del creador en el mundo, entendiendo que muchos, aunque tengan el mismo escenario en frente, no podrán observar lo mismo por la tristeza, la depresión y muchas otras condiciones relacionadas a estos tiempos. Thomas, con su pincel detallista, las formas redondeadas y el uso magistral del color para evocar luz en cada rincón, nos hace entender que la esperanza de una vida mejor se comienza a vivir en el momento que la luz es revelada. Es ahí cuando la paz llega a los corazones desesperanzados, y él sabía que era un mensajero de esa esperanza utilizando el lenguaje del arte para elevar los espíritus cuando viven su media noche. (Soto, 2017).
Su pintura es la viva representación de una bella promesa bíblica:
“Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros;
y vuestro Padre celestial las alimenta.
¿No valéis vosotros mucho más que ellas?
No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?
Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial
sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.
Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia,
y todas estas cosas os serán añadidas.”
Mateo 6: 26-33
Thomas Kinkade fallece el 6 de abril de 2012 dejando una amplia colección de pinturas que siguen tocando las vidas de miles de personas. También nos deja el testimonio de una vida inspiradora y de servicio, que nos motiva a seguir compartiendo esa luz en cada una de las áreas en las que desarrollemos nuestra vida o de buscarla en caso de que necesitemos esperanza.
La labor de Fundación ArtLabbé es compartir luz a través del arte, por eso te esperamos en nuestros talleres gratuitos, como participante, donante o voluntario. Creemos en tu potencial y sabemos que otros te necesitan.
Fuentes: Thomas Kinkade, Biblia versión Reina Valera