el gusto, la vista y la vida
Columna Editorial
Sinestesia es la unión de dos imágenes o sensaciones procedentes de diferentes dominios sensoriales (RAE); un ejemplo de esto es el “verde chillón”, como si el color verde pudiera de hecho emitir algún sonido. En ese momento, nuestro cerebro está asociando un sentido, la vista, a otro, la audición, porque encuentra una imagen estridente.
En este sentido, posiblemente el arte sea la rama de la cultura encargada de estimular nuestros sentidos al punto de desafiarlos a ir más allá de sus límites. Y es que a lo largo de su evolución, las artes plásticas se han encargado de evidenciar aquella parte de la realidad que aún no era vista: la ciencia, la luz, la guerra, el dolor, el exilio, el amor. Hechos que fueron plasmados no necesariamente de forma mimética, pero igualmente verídica. Nadie se atrevería a cuestionar la aguda realidad del Guernica o la fuerza desgarradora del Claro de Luna. Nadie había visto la luz hasta que Rembrandt la plasmó y nadie extremó dicha visión como Turner. En esos momentos la poderosa voz del arte traspasa nuestros sentidos, forzándonos a ver aquello que parecía invisible hasta ese mismo segundo, otorgándole una nueva realidad innegable. El arte atraviesa la historia, la plasma, y en ocasiones la transforma.
¿Y por qué trabajar con esa capacidad que tiene el arte para sorprendernos en una época donde lograr el asombro es cada vez más difícil? Sin duda, los mexicanos Almazán y arquitectos asociados, lograron una especie de sinestesia con su obra, el Restaurant Interstellar, que formó parte de Millesime GNP 2019, el evento gastronómico y empresarial más importante del país azteca.
Este año la feria tuvo como tema central el cine, y contó con muestras inspiradas en las películas El Gran Hotel Budapest o Casa Blanca. Sin embargo, Almazán arquitectos, quien trabajó junto a Pin Studio, literalmente encendió el panorama al instalar 250.000 luces led en 200m2, que simularon nada menos que la galaxia, retratada en la película de ciencia ficción Interstellar (2014), inspirada en “lugares de otro mundo y en capturar el misterio de planetas aún no descubiertos”. El objetivo del equipo fue el de “transformar el vacío en contenido, entrelazando tiempo y espacio para crear un ambiente visualmente espectacular”, de modo tal, que se obtuviera una experiencia fuera de este mundo. La abundancia de luces embebe la cena de un cielo destellante, que contrasta con el interior oscuro del restaurant, permitiendo a los comensales ver los reflejos de miles de luces mientras comen.
Este ejemplo es solo una pequeña muestra de lo que el arte puede hacer: 250.000 luces led te permiten tener un viaje interestelar, una imagen te hace entender el mundo de otra manera, una melodía puede evocar la felicidad más absoluta y hay algunos a los que el arte los sana.
Sin duda el arte es una herramienta poderosa para transformar la realidad, pues nos permite visualizar aquello que de otra forma sería inentendible o inexplicable. Por eso, para finalizar, quisiéramos citar las palabras del fundador de ArtLabbé, el Doctor Honoris Causa Néstor Soto Godoy:
“El arte debe ser un lenguaje capaz de comunicar algo más que la admiración por lo creativo y lo auténtico de cada artista; debe ser un esfuerzo por unirnos e ir tras aquello que el mundo requiere en tiempos en que la medianoche nos ha alcanzado en muchos aspectos de la vida: encontrar el sentido profundo y la esencia del ser humano, su espiritualidad, su búsqueda por lo supremo y la plenitud de lo interior.”
En la víspera de terminar este año, esperamos que estas palabras inspiren, especialmente a aquellos que hablan el lenguaje del arte o se deleitan profundamente con él, a recorrer el mundo transmitiendo la luz que este poderoso lenguaje nos regala, y con el que, en las mejores ocasiones, nos ilumina, logrando una sinestesia entre esta vida y lo eterno.
FUENTES: Milenio, Designboom