¿Cuánto influimos en el desarrollo del potencial de nuestros hijos?
¿Es tu actividad diaria una enseñanza para ellos?
¿Desarrolla un niño capacidades sólo por el hecho de mirar y compartir lo natural del día a día?
Estuvimos hablando con la pintora Margarita Garcés, madre de 3 hijos, dos de ellos se empaparon del arte y tal como las olas siguen el curso de la corriente de manera natural, llevan en su sangre el dibujo y la pintura sólo con la escuela de la vida.
El mundo de Margarita es de lápices, papeles, pinturas, mesones y colores. Llegar a su casa es inspirador, sus cuadros visten las paredes y no sólo son obras de ella sino también de sus hijos.
Nos cuenta que ellos, desde niños, fueron parte de su taller; era un lugar más en la casa, no sólo con acceso ilimitado sino también de uso a libre disposición, tanto así que entre sus anécdotas nos cuenta que a los amigos que llegaban a jugar a la casa los invitaban directamente al taller, a lo que en un principio no accedían tan contentos, pues pensaban que debían seguir ‘haciendo tareas’. Sin embargo, era tal el disfrute que las siguientes veces pedían por favor ir a jugar al taller.
Incentivó la creatividad sólo con su ejemplo, además de algunas prácticas como el reciclaje – “ningún desecho se botó en mi casa, todo servía para construir cosas, como espadas por ejemplo”-. Es tal el talento natural que adquirieron sus hijos, que el mayor, a los 6 años, pintó un cuadro que hoy está enmarcado y lo han confundido con el connotado artista Samy Benmayor. También, su hijo menor, a los 7 años, pintó un mural completo en su dormitorio, el cual borró a los 18 – cuenta entre risas – porque sintió que era una decoración muy infantil.
Hoy su hijo menor tiene 21 años, a éste le ‘pidió permiso’ para poder sacar algunos de sus dibujos que estaban guardados hace años, quiso recopilar algunos de él, otros propios y algunos creados en estos días – “son dibujos de la vida, que hemos hecho para entretenernos y otros los hicimos especialmente en este tiempo” – para transformarlos en un libro que, en principio y como es su constante pensamiento, era para apoyar la inclusión, para niños con síndrome de Down; pero una vez terminado pensó que era un regalo que debía se extendido a todo aquel que lo quisiera.
Junto a esta pequeña entrevista, compartimos el segundo libro creado entre Margarita Garcés y su hijo Agustín titulado: “Yo no me aburro”. (descarga aquí)
“Compartir la maravilla de crear, pintar y tal vez cooperar con tantos que están en sus casas, cuidándose, cuidándonos y cuidando a los que queremos… sólo vale la experiencia de dejarse llevar y gozar”.